Page 1138 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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—¡Maldición, no voy a llorar como una Magdalena!

           Quizá  más  tarde…  quizá  más  tarde  encontremos  una


           pista. Mientras tanto, el filete se enfría. —Lo atacó como

           si fuese un enemigo.



                 Él volvió a comer. De forma extraña, el silencio entre

           ellos pasó de incómodo a amistoso. Al cabo de un rato,


           ella le preguntó:



                 —¿Qué hay de contarme toda la verdad?



                 —Un  resumen  —aceptó  él—.  Eso  por  sí  solo  ya

           llevará un par de horas.



                 Al final ella permaneció sentada con los ojos abiertos

           como platos en el sofá mientras él caminaba frente a ella,


           de un lado a otro. Se golpeó la palma con el puño.



                 —Una  situación  Ragnarok  —dijo—.  Pero  no

           desesperada.  Wanda,  pasase  lo  que  le  pasase  o  vaya  a

           pasarle a Stephen Tamberly, no vivió en vano. Por medio

           de  Castelar  te  envió  dos  nombres,  «exaltacionistas»  y


           «Machu  Picchu».  No  es  que  imagine  que  Castelar  lo

           hubiese  hecho  si  no  hubiese  tenido  el  ingenio,  en  esas

           circunstancias, de sacarlo de allí, llevárselo para que le


           contase todo lo que sabía.



                 —Fue muy poco —objetó ella.


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