Page 91 - 38 años UNED Ciudad Real
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A lo largo de estos casi cuarenta años he visto pasar mi vida y la de muchos alum-
nos. En paralelo también he contemplado los cambios que se producían en la sociedad
española, en la Educación y en la universidad. De las guardias de teléfono, hemos pasa-
do a ser tutores telemáticos, de la clase presencial a las videoconferencias o las clases
on line, de mantener contacto por carta con el alumnado (suena antiguo, pero así era) al
correo electrónico. Los alumnos en los años ochenta hacían largas colas para efectuar su
matrícula, ahora lo realizan on line, sin pasar por la institución.
Durante todos estos años que yo he estado en el Centro Asociado de la UNED,
hemos vivido también momentos emocionantes, mágicos. Recuerdo, en lo que a las ac-
tividades de extensión universitaria se refiere, el primer curso de verano «La Transición
Democrática». Logramos, lo digo en primera persona porque fui participe, que viniera un
joven Juan Luis Cebrian, Manuel Marín y a punto estuvo de hacerlo Adolfo Suárez, para
lo cual hablé con el entonces secretario general del CDS, José Ramón Caso, cuya oficina
central estaba en la plaza de Alonso Martínez en Madrid. Después llegaron muchos con-
gresos y ciclos de conferencias con personajes de primera talla, como Gregorio Peces
Barba, Ferrer Benimeli, Juan Sisinio Pérez Garzón, o Gérard Dufour, entre otros.
La UNED, y en particular, el Centro Asociado de la UNED de Ciudad Real, ha or-
ganizado eventos importantes como el relativo a Luzuriaga, al que acudieron especialistas
y familiares del pedagogo, en concreto su hija, Isabel Luzuriaga o el del Bicentenario de la
Guerra de la Independencia, donde el Centro ocupó un papel estelar en la organización de
los actos conmemorativos del segundo bicentenario de la citada contienda en Valdepeñas.
Todos estos logros han sido posibles, en gran medida, gracias a sus directores. El
Centro Asociado solamente ha tenido dos responsables, José Luis Navarro que pilotó la
apertura de la institución los primeros años y Salvador Galán Ruiz-Poveda que ha condu-
cido buena parte de los prácticamente cuarenta años del organismo. Todavía no se les ha
reconocido este papel, esperemos que como en otros muchos casos, este reconocimiento
no llegue demasiado tarde.
Durante estos años yo he visto trasmitir la ilusión por la educación a tutores y pro-
fesores del Centro Asociado y he percibido como muchos jóvenes y otros no tan jóvenes
que accedían por vez primera a la universidad se esperanzaban, cuando las vicisitudes de
la vida les habían quitado las oportunidades para lograr cursar una carrera. La UNED ha
cumplido, y aún hoy cumple ese importante papel, la de forjadora de sueños, y ese es y
será el principal legado de esta Universidad, a la que le quedan muchos años, esperanzas
y futuro.

