Page 3 - Interviu N 2044 - 29 Junio 2015
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papel mojado

                                                   MillásJuan José

Los delgados también se mueren

Lunes. Esa historia del extraterrestre que vi-     ter en la página de Necrológicas a gente vi-    No necesito volverme para saber que el
ve entre nosotros porque perdió la nave de re-     va y en la de Cultura a gente muerta. A ver   hombre y la mujer son un matrimonio de
greso metaforiza la del ser humano comple-         qué pasa.                                     jubilados. Lo curioso es que la conversación,
tamente aislado dentro de su grupo. Hay gen-                                                     lejos de quedarse ahí, continúa. El hombre
te que siendo terrestre, incluso de Cuenca, se     Miércoles. En la mesa de detrás un hom-       se queja ahora de que la mujer siempre en-
siente entre los suyos como un marciano.Tal es     bre dice:                                     cuentra una explicación inmediata para
el caso de R.,un fontanero que vino el otro día a                                                todo. La acusa de no saber vivir sin explica-
casa y me explicó,en resumen,que del mismo          –Me duele la nalga izquierda.                ciones cuando la existencia misma es inex-
modo que hay hombres atrapados en el cuerpo         A lo que una mujer responde:                 plicable. Doy un sorbo a mi gin-tonic y me
de una mujer,y viceversa,hay gente que no se        –Eso es porque no caminas.                   quedo pensando. Un matrimonio mayor no
siente humana encerrada en nuestro cuerpo.                                                       provocaría esa discusión filosófica. Pongo el
                                                                                                 oído y escucho que ella dice:
 –Debería usted escribir sobre eso –dijo.
 Le pedí que desarrollara un poco eso y me                                                         –Ya sabes lo que decía mamá de lo inex-
explicó que él estaba casado con una mujer                                                       plicable.
normal, tenía dos hijos normales y un tra-
bajo normal. Pero se había montado aquella                                                         –Porque mamá era como tú. Sois idénticas.
vida estándar para disimular que en realidad                                                       En efecto, no son cónyuges, sino hermanos.
no tenía nada que ver con todo eso.                                                              Me vuelvo con disimulo para verles las caras
 –¿Teme que descubramos que no es                                                                y parecen gemelos. Rondan los sesenta años
uno de los nuestros? –pregunté.                                                                  y toman café y agua mineral. Creo que han
 –En efecto –dijo–, sé lo crueles que                                                            notado que les vigilo y bajan la voz. Saco el
pueden llegar a ser ustedes con los                                                              móvil para fingir que miro el correo.
extraños.
 –¿Me está usted gastando una broma?                                                             Jueves. Los delgados también se mueren.
 –En absoluto, se lo he contado porque he                                                        Un amigo de mi mujer que llevaba años cla-
leído algunas cosas suyas y me parece que a                                                      vado en los setenta quilos, midiendo uno
usted le pasa lo mismo que a mí.                                                                 ochenta, falleció ayer. Hoy hemos ido al ta-
 –¿A qué se refiere con “lo mismo”?                                                              natorio para acompañar a la familia y el co-
 –A que usted también es un extraño que                                                          mentario general era ese: la injusticia que
lleva fingiendo toda la vida que es de aquí.                                                     suponía que se muriera un hombre delgado.
 –Mire –concluí–,acabe con la cisterna y que
cada uno vuelva a su vida, yo a la mía y us-                                                       –Dan ganas de no cuidarse –me comentó
ted a la suya.                                                                                   un cuñado del difunto que parecía también
 –¿Acaso preferiría que yo volviera a la suya                                                    en plena forma.
y usted a la mía?
 No respondí, pero la idea de que después                                                          Me acerqué al escaparate para ver el cadá-
de arreglar la cisterna él se hubiera quedado                                                    ver, con el que había tenido muy poca rela-
en mi casa y yo hubiera salido con su male-                                                      ción, y era, en efecto, un hombre delgado
tín de herramientas me persiguió durante
el resto de la jornada. A ratos, cuando cierro                                                    –Con un índice de grasa corporal bajísimo
los ojos, me veo de rodillas, en un cuarto de                                                    –me dijo su hermana, que se había manifes-
baño ajeno, desmontando la cisterna de un                                                        tado de repente junto a mí.
retrete. Esa vida imaginaria se ha instalado
en mí de un modo atroz. Esta misma maña-                                                          Le pregunté si el muerto había sido fuma-
na me he descubierto buscando un foro de                                                         dor y me dijo que no, lo que hacía, si cabe,
fontaneros en internet.                                                                          más incompresible su muerte. Puerco go-
                                                                                                 bierno.
Martes. Escribo una carta al director de un
periódico aconsejándole que empiece a me-                                                        Viernes. Leo en algún sitio que no hay más
                                                                                                 que dos categorías de hombres:la de los anfi-
                                                                                                 triones y la de los invitados.Tratando de ave-
                                                                                                 riguar a qué clase pertenezco, concluyo que
                                                                                                 soy un anfitrión sin invitados. Significa que
                                                                                                 hay al menos tres categorías.

Ilustración GUSTAVO OTERO                                                                        29/6/2015 interviu.es 3
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