• Las espigas en el jersey: Había
espigas de estas por todas partes y,
claro, teníamos que incorporarlas a
nuestros juegos. Era inevitable
arrancarlas y lanzarlas al jersey del
que teníamos delante, en el que se
quedaban clavadas como
banderillas, mientras las niñas
gritaban «¡No, al pelo, no!».