Page 86 - Yo fui a EGB
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sujetándola con los brazos extendidos
hacia arriba e incluso poniéndote de
puntillas para llegar a una altura que
resultaba imposible de alcanzar si no
era haciendo el pino con las manos en el
suelo.
Lo mejor de la goma era que, a falta de
dos personas que la sujetaran, siempre
podías atar uno de sus extremos en una
barandilla o en el parachoques de un
coche e incluso jugar tú sola
colocándola entre dos sillas de la
cocina, aunque supieras que al pisar la

