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PROLOGO



                  La solución acuosa de Dióxido de Cloro (CDS por sus siglas en inglés) a lo largo de la
                  Pandemia de Covid-19 fue figura de debates públicos con posturas antagónicas radicales,
                  desde  que  es  una  sustancia  sumamente  toxica  que  puede  quemar  la  garganta,  a  ser
                  descripta como un antídoto universal eficaz y eficiente para múltiples enfermedades. Los
                  primeros, de postura crítica generalmente son promovidos por las grandes cadenas de
                  televisión nacionales e internacionales, con entrevistas a médicos o colegios médicos que
                  hablan de su supuesta toxicidad, generalmente, comparándola con la “lejía” o “hipoclorito
                  de  sodio”.  Por  otra,  grupos  pequeños  con  poca  difusión  o  casi  nula  de  medios
                  tradicionales de tv y radio, mayormente expresan la efectividad de la SDC usan redes
                  sociales alternativas como “rumble”, “odysee” y “Telegram”, entre otras. Este último al
                  ser una red de mensajería instantánea ha sido el sustituto de Whatsapp y Facebook de
                  millones de usuarios en el 2021, dado que no censura los videos de Andreas Kalcker.

                  Pese a toda discusión existen más de 80 (ochenta) estudios científicos del uso del Dióxido
                  de  Cloro  en  patologías  humanas  y  unas  50  (cincuenta)  patentes  relacionadas  a  dicha
                  sustancia. Resulta fundamental, evitar confundir a la población, como lo hacen los medios
                  masivos de comunicación y también diversas Asociaciones Médicas y de Toxicología,
                  donde se manifiesta que el Dióxido de Cloro, el Clorito de Sodio y el Hipoclorito de Sodio
                  son lo mismo. Algo totalmente erróneo. El dióxido de cloro (CLO2) es un gas altamente
                  soluble en agua descubierto en 1814, producto de la reacción química del clorito de sodio
                  (NaClo2) y un ácido, de ahí que se considere como agua mineralizada. A su vez el ClO2,
                  se lleva utilizando desde 1944  en  el  tratamiento  del  agua potable gracias  a su poder
                  biocida y a su bajísima toxicidad en solución acuosa “Organización Mundial de la Salud
                  2016”; el dióxido de cloro (ClO2), también se usa en el proceso de purificación de la
                  sangre para transfusiones “Patente de E.E.U.U. 5019402. En estos terribles tiempos de
                  pandemia, se lograron grandes avances con respecto al uso de la solución acuosa de ClO2
                  en los tratamientos de la denominada COVID 19.

                  Los patógenos, que suelen ser anaeróbicos (viven sin oxígeno), tienen un pH inferior a 7,
                  esto  incluye  algunos  virus,  bacterias,  hongos,  parásitos,  microbios,  venenos,  metales
                  pesados, bio-film mucosas, células tumorales, etc. Se sabe que el compuesto químico
                  ClO2 actúa como un fuerte oxidante eléctrico, entregando electrones a la pared de los
                  patógenos que están por debajo de un pH de 7 (acido), por lo que se desnaturalizan y se
                  destruyen. En un proceso oxidativo de las proteínas de la cápside del virus o capa exterior
                  de  los  patógenos,  su  combustión  es  de  forma  inmediata.  A  su  vez  oxida  el  ARN
                  (transformando la guanina en 8 oxi-guanina), evitando la replicación viral, entre otras
                  funciones, como oxigenar al mismo tiempo las células del cuerpo.


                                                        AUTOR

                                                ALEJANDRO ORTEGA

                                                 JUJUY, ARGENTINA
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