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Montañas en la noche
                            Hermann Hesse


                                          El lago se ha extinguido,
                                          oscuro duerme el cañaveral
                                          murmurando en el sueño.

                                          Sobre el campo extendidas
                                          alargadas montañas amenazan.
                                          No reposan.

                                          Hondamente respiran,
                                          se mantienen unidas
                                          unas contra otras.

                                          Respirando hondamente,
                                          llenas de oscuras fuerzas,
                                          irredentas en su pasión devoradora.


                                          Tomado de https://goo.gl/59U3jb (20/09/2017)
                                          Hermann Hesse (1877-1962). Escritor, poeta, novelista y pintor alemán, naturali-
                                          zado suizo en mayo de 1924. Ha publicado 40 volúmenes entre novelas, relatos,
                                          poemarios y meditaciones. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946.






                            El hombre que aprendió a ladrar
                            Mario Benedetti

                                          Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendi-
                                          zaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto
                                          de  desistir.  Pero  al  fin  triunfó  la  perseverancia  y  Raimundo
                                          aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer al-
                                          gunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a
                                          ladrar.  ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante
                                          sus  amigos  se  autoflagelaba  con  humor:  “La  verdad  es  que
                                          ladro por no llorar”. Sin embargo, la razón más valedera era
                                          su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es
                                          comunicación. ¿Cómo amar entonces sin comunicarse?
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