Page 8 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Está. Acaba de pagarme el café en el bar. Espera un
momento, ¿quieres? Bueno, Rocky, bueno...
Ironsmith escuchó la explicación dada por el
sargento y prometió acudir inmediatamente.
Aguardándolo, la niñita se distrajo recogiendo las
escuálidas flores amarillas del desierto, que crecían en
un matorral más allá de la verja. Con un murmullo de
placer aspiró el perfume penetrante y luego miró
ansiosamente hacia el interior del recinto cercado, que
se extendía como un verdadero oasis, cubierto de
césped y plantas. Alzando alternativamente un pie
primero y luego otro, para enfriarlos, movió los dedos
con gesto lleno de gratitud por la sombra que recibía.
Su pequeña mano continuaba oprimiendo la tarjeta
en el bolsillo del vestido, y su mirada se dirigió inquieta
hacia el sargento, que la vio cada vez más diminuta y
solitaria.
—No te preocupes, criatura —el sargento trataba
de suavizar su voz áspera—. Frank Ironsmith es un
buen tipo, ¿sabes? No es un hombre importante...,
trabaja en la sección cómputos manejando una
máquina de calcular. No es importante y creo que
nunca lo será. Pero estoy seguro que va a prestarte toda
la ayuda posible... —la niñita escuchaba con su
expresión solemne y turbada—. Lo conozco desde hace
seis años, ¿comprendes? Yo en aquella época era tan
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