Page 283 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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viento  cruzado,  y  el  tren  izquierdo  se  puso  a


              golpetear  entre  los  matorrales  con  estruendo.


              Tuve que luchar con las ráfagas para mantener el


              morro por encima del borde izquierdo de la zanja


              sin que se metiera dentro. Luego el tren principal


              derecho,  la  rueda  posterior  derecha,  tocó  el


              montículo de tierra que se elevaba entre las dos


              roderas y nos desviamos a la izquierda. Me costó



              lo mío que esa rueda no se metiera en la zanja.


              Al  parecer  lo  conseguí,  porque  no  noté  que  se


              rompiera  nada,  solo  oía  los  arbustos  más


              frondosos rasgándose y rompiéndose al golpear y


              arañar  el  avión.  Mantuve  el  morro  fuera  todo  el


              tiempo que pude y, por suerte, cuando descendió


              había un tramo de rocas bajas y hierba corta —



              muy  agradecido,  carneros  de  las  Rocosas  o


              quien hubiera pastado por allí— y la Bestia rebotó


              y  tembló  y  yo  me  estremecí  cuando  se  detuvo


              justo delante de los pinos piñoneros.




                     ¡Uf!  Respira.  Mi  primer  pensamiento:  la


              pintura.  La  bella  Bestia  marcada  por  las


              rascaduras  de  las  ramas.  El  segundo:  me  he


              arriesgado  demasiado.  Ha  sido  una  idiotez  de


              cojones.  Si  no  hubiera  lanzado  la  bomba  de


              humo  me  habría  estrellado.  Comprobé  el








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