Page 722 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Sobek Croix, con vistas a los ajados setos y oteros en las

            lindes del parque, conoció a Lin.

                Había encontrado sus esculturas cautivadoras y se


            había  acercado  a  ella  para  decírselo.  Soportó  una

            lentísima conversación (ella escribía sus respuestas en

            la  libreta  que  siempre  portaba),  pero  aquel  ritmo


            frustrante no socavó la repentina intimidad y emoción

            compartidas. Se alejaron del resto de la pequeña fiesta


            y  examinaron  las  piezas  una  a  una,  sus  retorcidas

            formas, su torturada geometría.

                Después  de  aquel  día  se  vieron  a  menudo.  Isaac


            aprendía de forma subrepticia algunos signos entre un

            encuentro y otro, de modo que sus conversaciones se


            hacían más fáciles con cada semana que pasaba. Una

            noche, durante la presumida y laboriosa gesticulación

            de  un  chiste  verde,  Isaac,  muy  borracho,  la  había


            tocado con torpeza, y habían terminado en la cama.

                El asunto había sido desmañado y difícil. No podían

            besarse como primer paso: las piezas bucales de Lin le


            arrancarían la boca de la cara. Durante un momento

            después de eyacular, Isaac fue vencido por la repulsión

            y casi había vomitado al ver aquellas patas enraizadas


            de  la  cabeza,  las  antenas  agitándose.  Lin  se  sintió

            insegura  de  su  cuerpo  y  se  envaró  repentina,


            imprevisiblemente.  Cuando  despertó,  Isaac  se  sintió

            temeroso  y  horrorizado,  aunque  más  por  el  haber




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