Page 880 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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dándole instrucciones. En ocasiones la vodyanoi se
detenía y hacía gestos a su espalda apretándose contra
la pared o escondiéndose detrás de un carro o un
puesto, mientras observaba cómo retiraban las cortinas
de las ventanas los más valientes e insensatos para
mirar a la calle.
Los cinco constructos simiescos caminaban tras sus
compañeros orgánicos. Sus pesados cuerpos de metal
eran silenciosos, y no emitían más que algunos sonidos
extraños. Isaac no dudaba de que, para los cactos de la
cúpula, la dieta regular de pesadillas sería aliñada
aquella noche con extraños ruidos metálicos, como si
una amenaza mecánica recorriera las calles.
A Isaac le resultaba profundamente inquietante
caminar bajo la bóveda. Aun con las adiciones de
piedra roja y las luces de las antorchas, las calles
parecían más o menos normales; podían encontrase en
cualquier parte de la ciudad. Pero extendiéndose sobre
ellos, curvándose hacia el interior de horizonte a
horizonte, envolviendo el mundo como un cielo
claustrofóbico, el enorme domo lo definía todo.
Destellos de luz llegaban desde el exterior, retorcidos
por el grueso cristal, inciertos y vagamente
amenazadores. La celosía negra de hierro que sostenía
los paneles envolvía la ciudad como una red, como una
vasta telaraña.
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