Page 72 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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Willie  miró  a  su  alrededor,  transpirado,  fatigado


           por  el  esfuerzo,  orgulloso  de  su  energía,  con  la


           mano en el hombro de su mujer. Hattie miraba el

           suelo con los ojos bajos.



           —Veamos —anunció Willie—. Ah, sí. Tenemos que


           votar  una  ley  esta  misma  tarde.  ¡Se  prohíben  los


           matrimonios entre razas de distinto color!



           —Eso es —dijeron algunos.



           —Todos los lustrabotas dejan hoy su empleo.



           —¡Ahora mismo!


           Algunos  de  los  hombres  arrojaron  al  suelo  unos


           trapos que habían traído del pueblo, aturdidos por


           la excitación.



           —Votaremos una ley sobre salarios mínimos, ¿no es

           cierto?



           —¡Seguro!



           —Se  les  pagará,  por  lo  menos,  diez  centavos  por


           hora.



           —¡Eso es!



           El alcalde de la ciudad se acercó corriendo.



           —Oye, Willie Johnson. ¡Bájate de ese cajón!



           —Alcalde, nada podrá sacarme de aquí.


           —Estás provocando un tumulto, Willie Johnson.



           —Justo.










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