Page 682 - Limbo - Bernard Wolfe
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lo  que  los  existencialistas  suelen  llamar  el



            absurdo. En su pasión por explicar y relacionar


            todas las cosas, nunca se han detenido a examinar


            lo inexplicable y lo no relacionado... ese elemento


            perturbador  que  parece  burlarse  de  todos  los


            órdenes. El pichón que se niega a introducirse en


            ninguno de los nidos. El ornitorrinco con su pico


            de pato, que mantuvo a Darwin muchas noches



            en vela. El meteoro juguetón que resplandece en


            el  firmamento  y  termina  estrellándose  en  el


            desierto de Yuma, para consternación de todo el


            personal  del  observatorio  de  Monte  Wilson.  El


            vehículo particular sanguíneo que elige ocasionar


            una  hemorragia  en  un  córtex  en  particular.  El


            director que estornuda en mitad de la Heroica. El


            vagabundo                   que          penetra             en        un         mundo


            estrictamente determinista.



                  Sí, esos acontecimientos imprevisibles también


            siguen leyes, quizá cada zig‐zag meteórico, cada


            picor en la nariz del maestro, cada lección. ¿Pero


            dónde está el super Newton o el super Einstein o



            el  super  Brodmann  —o  incluso  el  super


            EMSIAC—  que  pueda  almacenar  suficiente


            información  como  para  ser  capaz  de  predecir


            cada  movimiento  específico,  cada  sobresalto


            específico,  cada  estornudo  específico,  cada



                                                                                                      682
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