Page 983 - Anatema - Neal Stephenson
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conmoción: oleadas de murmullos, asombro, furia y risas


          de burla chocaron, retrocedieron y viajaron de un extremo

          de  la  nave  al  otro.  Yo,  demasiado  conmocionado  para

          hablar, me quedé allí mirándolo un buen rato, esperando


          a que manifestase algún signo de vergüenza y retirase la

          acusación. Pero la expresión de su cara era agradable y

          normal. Y a medida que su confianza y su tranquilidad


          crecían, las mías menguaban. ¡Deseaba desesperadamente

          aplanarle!

            Recordé  las  palabras  de  Orolo:  «¡Han  descifrado  mi


          analema!» Como si de alguna forma les hubiese enviado

          una señal.


            ¿Por qué si no habían decidido aterrizar en Orithena…

          precisamente  el  único  lugar  de  todo  el  mundo  en  que

          Orolo había buscado refugio? ¿Por qué otra razón hubiera


          emprendido Orolo el largo y peligroso viaje a Orithena?

            Volví a la realidad: no me atrevía a mantener un diálogo


          serio con Lodoghir, allí, frente a ese público, sobre aquel

          tema.  Me  aplanaría  de  tal  forma  que  tendrían  que  usar

          papel de lija para separar mis restos del suelo. Y Orolo


          caería conmigo.

            Los seculares presenciaban mi diálogo con fra Lodoghir.

          Seculares importantes. Panjandrumes, como los llamaba


          Orolo. Quizá sus trucos taimados estuviesen funcionando

          con ellos.










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