Page 632 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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pero creo que lo había achacado al frío o a la
desorientación. Confirmarlo, ahora que
estaba caliente y tenía la cabeza despejada,
era preocupante; quizás era la cosa más ex‐
traña de aquel nuevo mundo.
La Luna —aquel paciente planeta
compañero— todavía giraba alrededor de la
Tierra, atravesando sus fases con regularidad
inmemorial; pero sus antiguas planicies
seguían manchadas de verde. La luz de la
Luna ya no tenía el color frío de la plata, sino
que bañaba el paisaje de la Tierra Blanca con
el más moderado de los brillos verdes,
devolviendo a la Tierra un eco de la
vegetación que una vez ella había disfrutado,
y que ahora estaba atrapada bajo el hielo
inmisericorde.
Observé de nuevo el resplandor, como si
fuese una estrella cautiva, que brillaba en el
cuerno más oriental de la Luna. Mis primeras
ideas habían sido que veía el reflejo del Sol
en algún lago lunar, pero el brillo era tan
constante que al final decidí que debía de ser
intencionado. Imaginé que era un espejo —
una construcción artificial—, quizá sobre
alguna montaña lunar y diseñado de tal
forma que su reflejo siempre caía sobre la
Tierra. En lo que a su propósito se refiere,
especulé que podría datar de la época en que
la degradación de las condiciones
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