Page 253 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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tes seguirían recorriendo todo el espectro. Las comidas ca‐
lientes seguirían siendo depositadas en los pabellones del
jardín. La Ciudad en sí es inmortal.
–Una residencia adecuada, supongo, para aquellos que se
llaman a sí mismos dioses.
–¿Se llaman a sí mismos? –preguntó Yama–. Estás equi‐
vocado, Sam. La divinidad es más que un nombre. Es una
condición del ser. Uno no la consigue simplemente siendo
inmortal, porque incluso el más humilde trabajador del
campo puede conseguir la continuidad de la existencia. ¿Se
trata, pues, del condicionamiento a un Aspecto? No. Cual‐
quier hipnotista competente puede jugar con la imagen de
sí mismo. ¿Es la elaboración de un Atributo? Por supuesto
que no. Puedo diseñar máquinas más poderosas y más pre‐
cisas que cualquier facultad que pueda cultivar un hombre.
Ser un dios es la cualidad de ser capaz de ser tú mismo en
tal medida que tus pasiones se correspondan con las fuer‐
zas del universo, de tal modo que aquellos que te vean se‐
pan quién eres sin oír pronunciar tu nombre. Algún anti‐
guo poeta dijo que el mundo está lleno de ecos y corres‐
pondencias. Otro escribió un largo poema sobre un in‐
fierno, en el que cada hombre sufría una tortura que se co‐
rrespondía en su naturaleza con las fuerzas que habían go‐
bernado su vida. Ser un dios es ser capaz de reconocer den‐
tro de uno mismo las cosas que son importantes, y luego
pulsar la nota única que las alinea con todo lo demás que
ya existe. Entonces, más allá de la moral o la lógica o la es‐
tética, uno es viento o fuego, el mar, las montañas, la lluvia,
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