Page 498 - Hijos del dios binario - David B Gil
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de doctorado acudió a su encuentro para guiarlo al
despacho del catedrático.
La chica era mona, se dijo Girard mientras
observaba distraído su gracioso culo balanceándose
tres peldaños por delante de él, y habría jurado que
le dedicaba un par de miradas que rozaban la
coquetería. Le agradó comprobar que los
periodistas seguían gozando de cierto encanto
romántico entre la ingenua juventud, lástima que
ella hubiera errado por completo el tiro. Cuando
llegaron al correspondiente pasillo, la joven le
detuvo por el brazo, estableciendo un contacto
físico innecesario, y le indicó con voz interesante la
puerta del despacho. Girard le dio las gracias con
su mejor sonrisa de galán al tiempo que pensaba,
divertido, en lo mucho que se alegraría su madre si
decidiera ampliar su rango de intereses.
Tocó a la puerta y abrió lo justo para asomar la
cabeza.
—¿Profesor Barraqués? Soy Arturo Girard,
teníamos una cita esta tarde.
Un hombre de barba gris, pelo cano y aspecto
afable le estrechó la mano y le invitó a tomar
asiento en una pequeña mesa de reuniones.
—¿Quiere un café? —ofreció, al tiempo que se
dirigía a una máquina de expreso oculta en una
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