Page 334 - Los Sin Nombre - Ramsey Campbell
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Los sin nombre: 30 Ramsey Campbell
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La subasta de la novela de Gregory duró dos días y,
cuando terminó, Barbara tenía la impresión de que no
existía nada más que su suite en el Algonquin, el dibujo
de Thurber de una mujer grande y gorda agachándose
sobre una víctima diminuta, la vista monocromática de
la calle 44 Oeste desde la bahía victoriana y aquel
armario que parecía lo bastante grande para esconder
a Woollcott, Benchley, Dorothy Parker y al resto de los
escritores de principios de siglo. Llamó a Paul para
decirle que la puja había sido millonaria, pero solo
consiguió hablar con Sybil, que se mostró
entusiasmada muy a su pesar.
Después de la subasta fue incapaz de relajarse.
Tendría que haber celebrado una fiesta en su suite (lo
había hecho la última vez y su cama había
desaparecido al instante), pero estaba demasiado
ocupada reuniéndose con los editores para
promocionar la novela de Newton‐Brown. Entre una
reunión y otra intentaba pasear. Coros invisibles
cantaban música de Schoenberg en Bryant Park, los
escaparates de las joyerías de la 47 Este brillaban como
si aún se estuvieran cristalizando y los reflejos de los
rascacielos se hundían y fundían en la gigantesca y
curvada pendiente del Edificio Monsanto. Barbara
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