Page 29 - (Desolación)
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A Joselín Robles


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                                                  ¡Pobre amigo!, yo nunca supe
                                               de tu semblante ni tu voz;
                                               sólo tus versos me contaron
                                               que en tu lírico corazón
                                               la paloma de los veinte años                          5
                                               tenía cuello gemidor!

                                                  (Algunos versos eran diáfanos

                                               y daban timbre de cristal;
                                               otros tenían como un modo
                                               apacible de sollozar).                              10

                                                  ¿Y ahora? Ahora en todo viento
                                               sobre el llano o sobre la mar,
                                               bajo el malva de los crepúsculos
                                               o la luna llena estival,
                                               hinchas el dócil caramillo                          15

                                               -mucho más leve y musical-

                                                  ¡sin el temblor incontenible
                                               que yo tengo al balbucear
                                               la invariable pregunta lívida
                                               con que araño la oscuridad!                         20 [53]

                                                  Tú, que ya sabes, tienes mansas
                                               de Dios el habla y la canción;
                                               yo muerdo un verso de locura
                                               en cada tarde, muerto de sol.


                                                  Dulce poeta, que en las nubes                    25
                                               que ahora se rizan hacia el sur,
                                               Dios me dibuje tu semblante
                                               era dos sobrios toques de luz.
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