Page 117 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
P. 117

www.elaleph.com
               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               embargo, voy a asegurarle y podrá jurar que le maté yo. Por qué no se
               levantaría también como yo?, Nadie puede desmentirme sino quien
               me vea y nadie me ve. (Hiere el cadáver) Con que amigo, esta herida
               más en el muslo y vámonos.
                   (Se echa el cadáver a la espalda)
                   (Vuelven el Príncipe Enrique y el Príncipe Juan)
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Bien, hermano Juan! Has estrenado
               heroicamente tu virgen espada.
               PRÍNCIPE JUAN.- Pero, mira! Quién tenemos aquí? No me habíais
               dicho que ese hombre gordo había muerto?
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Sí; yo mismo le vi en el suelo inanimado y
               sangriento. Estás vivo? o eres una fantasía que engaña nuestras
               miradas? Habla, te lo ruego; no queremos creer a nuestros ojos sin el
               testimonio de nuestros oídos. Tú no eres lo que pareces ser.
               FALSTAFF.- No, a la verdad. No soy un hombre doble; pero sino soy
               Juan Falstaff, entonces soy un Juan Lanas. Ahí está Percy; (echando
               al suelo el cadáver) si vuestro padre quiere recompensarme con algún
               honor, bien está, sino, que mate él mismo al próximo Percy. Espero
               ser conde o duque, os lo aseguro.
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Pero si yo fui quien mató a Percy y a ti te vi
               muerto.
               FALSTAFF.- Tú?... Señor, señor! Como impera la mentira en este
               mundo! Concedo que yo estaba en el suelo y sin aliento y ese lo mismo
               pero ambos nos levantamos al momento y combatimos una hora larga
               por el reloj de Shrewsbury. Si se quiere creerme, perfectamente; si no,
               que recaiga sobre los que deben premiar a los hombres de valor tal
               pecado de ingratitud. Sostendré con mi cabeza que le he hecho esta
               herida en el muslo; si él hombre estuviera vivo y lo negara, le haría
               comer un pedazo de mi espada.
               PRÍNCIPE JUAN.- Jamás he visto un caso más extraño!
               PRÍNCIPE ENRIQUE.- Es que no hay, tipo más extraño, hermano
               mío. Vamos, échate con soberbia tu carga al hombro. Por mi parte, si

                                          117
                          Este documento ha sido descargado de
                                  http://www.educ.ar
   112   113   114   115   116   117   118   119   120   121   122