Page 23 - Reducida11_digital
P. 23
Pero ¿cómo expresar la desolación y los lamentos de aquellos desgraciados pigmeos
al ver tratar de una manera tan cruel y bárbara a su gigantesco hermano? Ignoro si sus
quejas llegaron a oídos del vencedor, porque no pareció entenderlas. ¡Quién sabe también
si el rumor que producían no se le antojó de una bandada de pajarillos, asustados de la
lucha que acababa de tener lugar! Además, para que no creyera entonces que tales voces
eran humanas, mediaba la circunstancia de que, durante el combate, no pudo atender a
nada más que a su enemigo; ignorando, antes de la pelea, la existencia de una raza tan
extraña. Hércules, pues, que había caminado mucho aquella mañana, y luego combatido
con el gigante la batalla que acaba de verse, cansado, rendido de fatiga, sólo se ocupó en
aquellos momentos en dar a su cuerpo el reposo necesario, y al efecto extendió en el suelo
la piel de león y se acostó, quedando en seguida profundamente dormido...

