Page 257 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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que contenían hasta cinco años según lo prolífico


              que  hubiera  sido  con  la  cámara,  guardaba  otro


              archivador de papel rayado con un diario en clave


              donde  había  descripciones  más  largas,  notas


              sobre  algunas  fotos  que  le  despertaban  la


              memoria.  Le  hice  una  visita  durante  esos  días.


              Mientras  él  catalogaba,  yo  cortaba  y  partía  leña


              para un largo invierno que los dos sabíamos que



              él ya no vería. Tres cuerdas de arce haya fresno


              abedul amarillo taladas en la parcela que tenía en


              una ladera de pendiente suave y que partidas y


              amontonadas  cogían  la  mitad  del  porche


              delantero  y  una  esquina.  Lo  violentaba  que  yo


              trabajara  mientras  él  estaba  en  la  cabaña.  Al


              principio pensé que se había vuelto loco. Podría



              haberse quedado en su porchecito a ver cómo la


              primavera  de  Vermont  daba  paso  a  la  verde


              exuberancia y al bochorno del verano por última


              vez, a contemplar los reyezuelos y las alondras y


              las  lechuzas  en  el  lírico  comercio  de  la


              reproducción y la nidificación, las hojas y el aire.


              En  las  últimas  tardes  exquisitas  podría  haber


              sufrido  las  picaduras  de  las  moscas  negras,  los


              jejenes y los mosquitos. ¿Por qué no se quedaba



              ahí,  sentado  en  su  mecedora,  rasgando  su


              maltrecha guitarra?





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