Page 258 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Pero  una  noche  que  estaba  tumbado  en  mi


              vieja  cama  con  la  ventana  abierta,  escuchando


              una lechuza que intentaba aterrorizarme con sus


              gritos de mujer y que solo lograba hacerme feliz


              —el grito agridulce de la belleza inasumible y de


              la gran pérdida inminente—, de golpe lo entendí:


              tuve la clara revelación de que el tío Pete estaba


              reviviendo  su  vida.  ¡Claro!  Diapositiva  a



              diapositiva,  imagen  a  imagen.  Acumulando


              recuerdos levantaba un muro contra la extinción y


              las cajitas de diapositivas eran sus ladrillos.




                     Aquella  tibia  mañana,  en  lo  alto  de  la


              escalera,  mientras  escuchaba  el  borboteo  del


              combustible en el depósito del ala y miraba el sol


              para calcular la hora, me acordé de él, de cómo


              se encorvaba sobre los álbumes en la luz tenue



              de aquella cabaña que olía a resina y a humo de


              leña y a café. Como un hombre encorvado contra


              un viento incesante. Registraba cosas que ya no


              tenían  ninguna  utilidad,  salvo  como  baluarte


              contra el olvido. Contra la oscuridad de la pérdida


              total.




                     En fin. No iba a contar las horas. Tenía buen


              tiempo  y  un  avión  lleno  de  combustible.


              Despegaría  y  volaría  hacia  el  oeste,  y  ya  vería






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