Page 475 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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sollozaba. Uno de los gatos más atrevidos lamía
el riachuelo carmesí.
¡Samuel! Un grito frío. ¡Sammy, Sammy, mi
Sammy!
Pegué un salto. En la esquina —en realidad
no había esquina, la sala era octogonal, toda
esquinas—, en el lado oriental había una mujer
mayor junto a un catalejo montado sobre un
trípode. Una viejecita de lo más simpático e
inofensivo, con su moño y su vestido de algodón
con un estampado de florecitas azules. Os lo juro.
Llevaba gafas redondas de montura metálica.
Parecía la bibliotecaria de un colegio, una
abuelita cariñosa, la cara de la etiqueta de un
tarro de mermelada. Estaba erguida, apoyada
contra una pantalla de navegador, detenida en
plena carrera hacia el que debía de ser su
marido, con las manos arañando el aire delante
del pecho y la boca abierta en un grito. El Abuelo
le disparó en la frente. Veinte gatos se pusieron a
brincar como locos por la torre y luego se
quedaron congelados en diversas posturas de
arqueado terror. El nivel de decibelios en la sala
resonante descendió a la mitad. Ahora solo se
oían los gatos y el viejo.
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