Page 29 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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dirigía. Las copas de los árboles de Sobek Croix se
alzaban como el humo sobre las losas de las casas
abandonadas que las rodeaban; más allá, golpeaban
con sus hojas el elevado horizonte del Páramo del
Queche.
Los grandes ojos reflectantes de Lin veían la ciudad
en una cacofonía visual compuesta, como un millón de
diminutas secciones de un todo, ardiendo cada
minúsculo segmento hexagonado con colores vivos y
líneas nítidas, con una supersensibilidad a los cambios
de luz, con problemas para fijarse en los detalles a no
ser que se concentrara lo bastante como para que le
doliera. Dentro de cada segmento, las escamas muertas
de las paredes en descomposición le eran invisibles, y
la arquitectura se reducía a losas elementales de color.
Pero narraban una historia precisa. Cada fragmento
visual, cada parte, cada forma, cada sombra, difería de
sus alrededores en modos infinitesimales que le
contaban el estado de toda la estructura. Y podía
saborear la química del aire, podía decir cuántos de
cada raza vivían en cada edificio: podía sentir la
vibración del aire y el sonido con precisión suficiente
como para conversar en una sala atestada, o para sentir
un tren pasando por encima.
Había intentado describirle a Isaac el modo en que
veía la ciudad.
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