Page 34 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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enhebrados en la cima del edificio como una aguja
colosal, desapareciendo al norte y al sur. La cápsula se
detuvo en seco contra los amortiguadores. De su
interior salieron varias figuras, pero el taxi pasó de
largo antes de que Lin pudiera ver más.
Por segunda vez aquel día, disfrutó del sabor de la
savia de los cactos cuando el pterapájaro giró hacia el
Invernadero de Piel del Río. Encerrados en aquel
santuario monacal (con los retorcidos e intrincados
ventanales de su cúpula de cristal apuntando hacia el
este, hacia el corazón del distrito), despreciados por sus
mayores, pequeñas bandas de jóvenes cactos se
apoyaban contra los edificios cerrados y los carteles
baratos. Jugaban con cuchillos. Sus espinas formaban
violentos patrones, y la piel verdosa había sido
atormentada con extrañas escarificaciones.
Miraron el taxi con interés.
La calle Shadrach descendió de repente. El taxi se
encontraba en un alto, donde las calles se curvaban
abruptas hacia abajo. Lin y el conductor tenían una
vista clara de las cumbres grises, salpicadas por la
nieve, de las montañas que se alzaban espléndidas al
oeste de la ciudad.
Antes de que el taxi llegara al río Alquitrán.
Desde las ventanas oscuras situadas en las riberas de
ladrillo, algunas bajo el nivel del agua, llegaba el grito
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