Page 860 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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En el exterior de la cúpula, el cielo se oscurecía
inexorable. Con la llegada de la noche, los brillantes
rayos que emanaban desde el globo de cristal del ápice
quedaron apagados. El Invernadero se tornaba de
repente más oscuro y fresco, aunque se conservaba
gran parte del calor. En el domo, la temperatura seguía
siendo mucho más alta que en el resto de la ciudad. Las
luces de las antorchas y los edificios del interior se
reflejaban sobre el vidrio. Para los viajeros que
contemplaban la ciudad desde la Colina de la Bandera,
para los moradores de los suburbios que oteaban desde
las torres de pisos del Queche, para el oficial que
observaba desde el tren elevado y para el conductor de
los trenes de la línea Sur, el Invernadero parecía
hincharse y tensarse distendido por la luz a través de
las columnas de humo, sobre el brumoso paisaje de
tejados de la ciudad.
A medida que llegaba el ocaso, el lugar comenzaba a
brillar.
Aferrándose al metal en la piel interior de la cúpula,
discreto como el chasquido más infinitesimal,
Yagharek flexionó lentamente los brazos. Estaba sujeto
a un pequeño nudo de hierros a un tercio de la altura
de la cúpula. Su altitud todavía le permitía ver con
facilidad las azoteas y la mezcolanza de arquitecturas
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