Page 859 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Respiró con el ritmo lento del yajhu‐saak, el ensueño

            del cazador, el trance marcial de los garuda del Cymek.

            Se compuso.


                Tras algunos minutos llegó el sonido del metal y el

            cable sobre el cristal, y, uno tras otro, tres constructos

            simiescos  aparecieron,  acercándose  desde  distintas


            direcciones. Se reunieron a su alrededor y aguardaron,

            mientras sus lentes de cristal brillando rosadas en el


            ocaso y sus pequeños pistones siseaban al moverse.

                Yagharek giró y los valoró a través de los espejos.

            Después, aferrando la cuerda con cuidado, comenzó a


            descender por el boquete en el cristal. Gesticuló a los

            constructos  para  que  lo  siguieran  y  se  perdió  por  la


            grieta. El calor del domo lo rodeó, se cerró sobre su

            cabeza  a  medida  que  descendía  hacia  la  ciudad

            abovedada, hacia las casas sumergidas en luz roja, a


            medida que el prístino globo magnificaba y dispersaba

            los rayos de poniente hacia la guarida de las polillas.































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