Page 861 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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por todas partes.

                Su mente estaba sumida en el yajhu‐saak. Respiraba

            despacioso,  regular.  Seguía  con  su  búsqueda


            predadora,  moviéndose  sus  ojos  sin  descanso  de  un

            punto a otro, sin perder más de un instante en cada

            lugar,  construyendo  un  cuadro  compuesto.  En


            ocasiones desenfocaba para contemplar el conjunto de

            los tejados, alerta ante cualquier movimiento extraño.


            Devolvía su atención a menudo hacia la trinchera de

            agua  estancada  donde  habían  fijado  su  punto  de

            reunión.


                No había señal de la banda de intrusos.

                A medida que la noche se hacía más profunda, las


            calles  se  limpiaron  a  extraordinaria  velocidad.  Los

            cactos volvían a sus casas. El bullicioso asentamiento

            se  vació  y  quedó  reducido  a  un  pueblo  fantasma  en


            poco  más  de  media  hora.  Las  únicas  figuras  que

            quedaban en las calles eran las patrullas armadas, que

            se  movían  nerviosas.  Las  luces  de  las  ventanas  se


            apagaban al cerrarse los postigos y echarse las cortinas.

            No había farolas de gas en aquellas avenidas. Yagharek

            observó  a  los  lampareros  recorrer  las  calles,  alzando


            sus  pértigas  encendidas  para  prender  antorchas

            empapadas  de  aceite,  colgadas  a  tres  metros  del


            pavimento.

                Cada uno de ellos era acompañado por una patrulla




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