Page 4 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven Un mundo fuera del tiempo
Como consecuencia, quedó muerto: caliente,
respirando e incluso racionalmente sano, pero
vacío. El Estado sabía dar utilidad a los
hombres vacíos.
Corbell despertó en una mesa dura, dolorido,
como si hubiera dormido demasiado tiempo en
la misma posición. Contempló sin curiosidad el
blanco techo. Hacia él flotaron recuerdos de un
ataúd doble, de sueño, de dolor.
El dolor había desaparecido.
Se incorporó inmediatamente. Y extendió
bruscamente los brazos en busca de equilibrio.
Todo parecía estar al revés: los brazos no se
movían como era debido, el cuerpo era
demasiado liviano, la cabeza era un bulto
extraño sobre un cuello delgado. Buscó
frenéticamente asirse a algo, y acabó por
apoyarse en un joven rubio que vestía bata
blanca. Pero su manotazo no dio en el blanco:
sus brazos eran más cortos de lo que pensaba.
Cayó de costado; sacudió la cabeza y volvió a
sentarse, esta vez con más cuidado.
Los brazos. Escuálidos, huesudos… y ajenos.
—¿Se siente bien? —preguntó el hombre de la
bata.
—Sí —respondió Corbell.
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