Page 776 - Kraken - China Mieville
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encendidas,  cada  luz  investigada  por  una


             penumbra de peces. Por las calles, convertidas en



             simas, caminaban cangrejos tan grandes como los


             coches a los que hacían a un lado.




                    En  torres  y  azoteas  ondeaban  caprichosas


             banderas  de  algas.  Los  edificios  estaban


             encostrados  de  coral.  El  yo  onírico  de  Billy  se


             hundió.  Vio  que  había  hombres  y  mujeres,


             transeúntes  sumergidos  caminando  despacio,


             como ociosos, viendo escaparates por las tiendas


             inundadas desde hace mucho, muertas desde hace



             mucho.               Siluetas            deambulando,                      todas           con


             escafandras coronadas en latón. De lo alto de cada


             casco sobresalían tubos que pendían hacia arriba,


             perdiéndose en la oscuridad.




                    No  había  cefalópodos.  Billy  pensó:  este  era  el


             sueño apocalíptico de otro.




                    Pero  ahí  llegó,  la  intrusión  de  su  propio


             significado, lo que había ido a hacer allí. Del centro


             del Londres hundido llegó una corriente caliente.


             El agua empezó a hervir. Los muros, los edificios,


             ventanas  y  viscosos  árboles  medio  podridos


             empezaron a arder. Las ráfagas empujaron a los



             peces a la periferia inundada, los coches oxidados


             y los cangrejos salieron disparados por la fuerza de




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