Page 133 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                Se  vistió  con  su  ropa  de  paisano  —descalza  con  un

         salwar kameez— y probó a reordenar los muebles para dividir


         el apartamento. Antes de marcharse dejó como ofrenda unos

         paquetes con kumkum y unas caléndulas de las que crecían

         en las cajas del patio en la bandeja que estaba delante del

         ídolo de Váruna, el dios de los acuerdos, el orden y la ley.



                Ferron no se molestó en secarse el cabello antes de ir a la


         puerta de su madre. El calor se encargaría de ello si se lo

         dejaba suelto.



                Madhuvanthi no  se  levantó  a abrir, porque  ya  no  era

         capaz; la puerta se abrió sin más ante la presencia de Ferron.

         Cuando entró, se fijó en que hacía falta regar la alfombra y


         recolocar la tumbona en la que estaba reclinada su madre,

         pues tenía los bordes hundidos de llevar demasiado tiempo

         con  la  misma  forma.  Su  madre  no  tenía  puesta  la  típica


         interfaz  moderna  no  invasiva  (lentes,  sensores  de

         conductividad cutánea y de actividad cerebral, finos cables

         invisibles  pegados  a  la  piel  que  detectaban  los  impulsos


         nerviosos y los micromovimientos musculares) sino un traje

         completo de inmersión.



                Como  tantas  otras  veces,  Ferron  pensó  si  ponerle  un

         filtro a esa cosa voluminosa y acolchada y ver a su madre

         como  quería  verla.  Pero  aquello  sería  deshonesto.  Ferron
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