Page 137 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                —¿Qué tal si cogemos algo de cena y…?



                Madhuvanthi resopló y bajó de nuevo la placa frontal. Y

         ese fue el final de su encuentro.



                Fuera o no por la normalización mental, fueran o no las


         alas frescas  de la hipomanía,  el corazón de  Ferron  latía  a

         toda prisa y la ropa limpia se puso pegajosa otra vez. Se dio

         la vuelta y se marchó.



                Cuando regresó a su propio apartamento lo primero en

         lo que se fijó fue en que el improvisado muro de muebles


         estaba  parcialmente  derruido:  una  silla‐estantería  volcada

         de  lado,  la  superficie  de  la  mesa,  antes  desconectada  y

         puesta de pie, ahora por tierra.



                —Ay,  no.  —El  corazón  se  le  subió  hasta  la  garganta.


         Corrió hacia dentro sin preocuparse de cerrar la puerta…



                Encima de un montón de cojines estaba Humo, con aire

         orgulloso y engreído. Apoyada sobre el costado suave y gris

         del zorro, envuelta en su cola como si fuera una manta, se


         enroscaba Presidenta Miau, con los ojos áureos cerrados a

         cal y canto de puro placer.



                —¡Mío!  —proclamó  la  gata  loro  categóricamente  al

         tiempo que alzaba la cabeza.
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