Page 183 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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Annie Webber
Porque soy idiota (y porque mi amigo Allan es el dueño
de la cafetería y mi novia Reesa trabaja allí), el lunes después
de Acción de Gracias empecé en un trabajo nuevo.
Aquello era una auténtica jaula de grillos. Pat y yo
preparábamos la espuma de leche y echábamos café como el
equipo del hangar de un aeropuerto mientras Reesa se
encargaba de la caja registradora. Si salíamos adelante era
solo porque yo había trabajado antes en Starbucks y porque
la mayoría de nuestros clientes eran asiduos, así que o bien
ya tenían listo su pedido o bien Reesa se lo sabía y lo pedía
antes de que pagaran. Nunca jamás subestimes a una buena
cajera.
El sitio de Allan tiene algo peculiar, un programa para
la fidelización de clientes, así que Reesa se sabe los nombres
de los que vienen a menudo.
—Hola, Annie —dijo Reesa—. ¿Un capuchino mediano?
Annie era bajita y llevaba un gorro de lana azul celeste
bastante espantoso del que se le escapaban unos mechones
rubio ceniza. Le dio cuatro dólares a Reesa y después metió
el cambio en el frasco de las propinas.
Está bien hacer capuchino, pero es alucinante cómo se lo

