Page 52 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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granja, era inevitable que se convirtiese en uno de


              los  pocos  cientos  de  pioneros  de  la  revolución


              nanotecnológica;  que  su  propia  compañía,  que


              había fundado cinco años después de mudarse a


              Minneapolis,  sobreviviese  lo  suficiente  para  ser


              absorbida  por  Apthorp;  y  que  navegase  por  las


              corrientes  económicas  y  políticas  de  Apthorp  lo


              suficientemente  bien  como  para  desarrollar  una


              posición decente de accionista. Todavía poseía la


              granja  familiar  al  nordeste  de  lowa,  así  como


              algunos  cientos  de  miles  de  acres  de  tierra


              circundante,  que  estaba  reconvirtiendo  en  una


              pradera  de  alta  hierba,  repleta  de  manadas  de


              bisontes  y  verdaderos  indios  que  habían


              descubierto que cabalgar caballos y cazar animales


              salvajes  era  mejor  que  amargarse  la  vida  en  los


              barrios  pobres  de  Minneapolis  o  Seattle.  Pero  la


              mayor  parte  del  tiempo  permanecía  en  Nueva


              Chusan,  que  a  efectos  prácticos  era  su  estado


              ducal.





                  —¿Relaciones públicas? —dijo Finkle‐McGraw.





                  —¿Señor?  —La  etiqueta  moderna  era  simple;


               «Su gracia» o cualquier otro título honorífico era


               innecesario en aquel contexto tan informal.





                  —Su departamento, señor.


                                                                                                            52
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