Page 7 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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didácticas y casi profesorales que sitúen al lector en el
mundo imaginado por el autor. Pero eso es un
artificio de baja calidad que, en el fondo, priva al
lector de la actividad creativa de su propia
imaginación. Tal y como decía (y practicaba
maravillosamente bien) Heinlein, sólo mencionar,
como de pasada, que «la puerta se dilató», ha de
bastar a un lector avisado para reconocer que se trata
de un mundo distinto al habitual donde las puertas
se abren o cierran pero, al menos hasta ahora, nunca
se dilatan. Ésa, la solución de Heinlein, será siempre
preferible a una torpe exposición didáctica tan
habitual en autores de escasos vuelos que suelen
recurrir a aquello tan manido de: «En el mundo
XXX, la tecnología había avanzado tanto que las
puertas se abrían dilatándose. » Puede parecer lo
mismo, pero resulta mucho más soso, aunque le
pueda gustar más al «lector hembra» de Cortázar.
Viene todo eso a cuento porque si la buena ciencia
ficción resulta poco adecuada para el «lector hembra»
de Cortázar, hay que ser consciente que LA ERA DEL
DIAMANTE es, en ese sentido también, muy buena
ciencia ficción. De la mejor.
Con gran valentía, Stephenson no se detiene en
contarnos todos los detalles de la sociedad que ha
imaginado y nos obliga a confiar en él y seguir
leyendo, en la seguridad de que todo irá encajando
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