Page 1115 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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yeso como bolas de cañón y una caída de tres metros
sobre este pesado objeto.
—Que san Jaime nos acompañe —dice. Siento sus
movimientos. ¡Vaya!
Aquí estamos, a unos centímetros sobre el suelo. Nos
hace bajar. Aquí estamos.
La luz de la calle penetra débil por la ventana. Me
bajo. Se me doblan las rodillas. Comienzo a andar. Me
detengo. Su mano en mi brazo es como una tenaza.
—Parad —me ordena.
—Sólo quiero tener mejor luz.
—Me aseguraré de eso, mi dama. —Viene conmigo.
Cuando le doy al interruptor y todo se ilumina se queda
boquiabierto. Sus dedos me aprietan mucho—. ¡Ay! —
dice, y mira a su alrededor.
Debe de haber visto luces eléctricas en Santa Cruz.
Pero Puerto Ayora es una villa muy pobre, y no creo que
mirase en los cuartos del personal de la estación. Intento
verlo a través de sus ojos. Es difícil. Yo lo doy todo por
supuesto. ¿Realmente cuánto ve, considerando lo extraño
que es para él?
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