Page 1144 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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Una vez más, Everard no podía detenerse a meditar.
El centinela de los exaltacionistas flotaba a unos metros.
Vio con claridad al otro por el aire enrarecido y bajo la
candente luz del sol, sorprendido pero feroz, buscando su
arma. Motonobu disparó el rifle de energía. Se produjo
un rayo y se oyó un trueno. El hombre saltó quemado de
la montura y cayó como había caído Lucifer. Dejó un
rastro de humo. El vehículo se agitó fuera de control.
De eso nos ocuparemos después. ¡Abajo!
Everard no atravesó de un salto el espacio
intermedio. Quería verlo todo. Mientras caía, el viento
rugía como una pantalla de fuerza invisible. Los edificios
crecieron.
Sus compañeros de la Patrulla los barrían con fuego.
Los disparos volaban del color del infierno. Cuando
Everard llegó, la batalla había terminado.
La tarde tiñó de amarillo el cielo oriental. La noche se
elevó de los valles para alzarse aún más alta que las
murallas de Machu Picchu. Empezaba a hacer frío y había
caído el silencio.
Everard dejó la casa que había usado para los
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