Page 889 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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eran  realmente  en  el  territorio  contemporáneo,  aunque

           podía acelerarlos con su cronociclo.




                 Tras caminar hasta un punto donde sabía que no sería

           observado, llamó a la máquina desde su escondite. Un

           momento más tarde, pero días antes, se encontraba en el

           campamento de Everard y Floris. Se habían establecido


           más al norte, en la franja deshabitada —en americano, la

           zona desmilitarizada— entre longobardos y chaucianos.



                 Desde un acantilado oculto por árboles, miraban al

           río. Fluía ancho por entre orillas profundamente verdes;


           las cañas se agitaban, las ranas croaban, los peces saltaban

           plateados,  las  aves  acuáticas  volaban  en  millares

           tumultuosos; de vez en cuando los hombres llevaban un

           bote a los largo de la orilla opuesta, suarinianos.



                 —Seremos poco en la vida del país —dijo Floris—, no


           exactamente como espíritus sin cuerpo pasando de largo.



                 Se pusieron en pie al aparecer Ulstrup. Er una hombre

           esbelto de pelo rubio, de aspecto tan bárbaro como ellos.

           Eso no significaba que llevara faldas de piel de oso. Su


           camisa, abrigo y pantalones eran de una tela bien tejida,

           de  exquisito  diseño  y  buen  corte.  El  joyero  que  había

           fabricado su broche no se atenía a los cánones helénicos,

           pero era un artista. Llevaba el pelo peinado y atado al



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