Page 75 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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—«Ellos»; Ohan son un par sianat. Macho, pero aun
así decimos «ellos».
Rosemary rememoró la esclusa. Lovey no había
hablado de un piloto, sino del Piloto. Su mente se
aceleró por la emoción. Los sianats eran material para
leyendas urbanas en su hogar; una raza solitaria que
podía conceptualizar el espacio multidimensional con
tanta facilidad como un humano podía hacer álgebra.
Aunque aquella aptitud mental no era innata. La
cultura sianat estaba estructurada en torno a un
neurovirus que llamaban el Susurrante. Los efectos
del Susurrante eran en gran parte desconocidos por el
resto de la CG (los sianats prohibieron a otras especies
que investigaran sobre ello), pero se sabía que
alteraba las funciones cerebrales del huésped. Por lo
que Rosemary sabía, todos los sianats se infectaban
con el virus durante la niñez, y desde ese momento ya
no pensaban en sí mismos como individuos, sino
como entidades plurales, un «par». Entonces se los
animaba a que salieran a la galaxia para poder
compartir los dones del Susurrante con las especies
que nunca podrían conocerlo de primera mano (el
virus aún no había llegado a saltar a otras especies).
La habilidad de los pares sianat para pensar de
formas imposibles para otras especies los convirtieron
en miembros inestimables de proyectos de
investigación, de laboratorios científicos… y de naves
tuneladoras. Con todo el jaleo de llegar a la Peregrina,
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