Page 38 - En los muros de Eryx - H.P. Lovecraft
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Al someter todo esto a comprobación descubrí,


               para mi desencanto, que no estaba seguro de cuál


               de las aberturas era la correcta. ¿Había recorrido


               una serie de pasillos distintos en cada intento de


               salida? Esta vez me aseguraría. Se me ocurrió que


               a pesar de la imposibilidad de marcar un rastro


               había una señal que yo podía dejar. Aunque no



               era  posible  desprenderme  del  traje,  podía


               prescindir del casco debido a mi espesa mata de


               pelo;  era  lo  bastante  grande  y  claro  como  para


               destacar sobre el barro líquido. Así que me quité


               el  accesorio  semiesférico,  y  lo  deposité  en  la


               entrada  de  uno  de  los  corredores;  el  de  la


               derecha, de los tres que iba a explorar.








               Seguiría dicho corredor en la suposición de que


               era el que buscaba, repitiendo las vueltas que me


               parecían  las  adecuadas,  tomando  notas  y


               consultándolas  constantemente.  Si  no  salía,  iría


               eliminando sistemáticamente todas las variantes



               posibles, y si esto no daba resultado, continuaría


               explorando de la misma forma los callejones que


               salían  de  la  siguiente  abertura,  a  partir  de  la


               tercera entrada. Tarde o temprano, no tenía más


               remedio que dar con el camino de salida, pero


               debía tener paciencia. Aun en el peor de los casos,








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