Page 172 - A La Deriva En El Mar De Las Lluvias - Varios Autores
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—¡Entiendo  perfectamente  cómo  se  sentía!  —


           exclamó Julia, con una sonrisa de felicidad en aquel


           rostro  arrugado  que  todavía  me  enamoraba—.  ¿No


           sería  fabuloso  recorrer  el  camino  de  baldosas



           amarillas  con  el  Espantapájaros  y  el  Hombre  de


           Hojalata,  o  conversar  con  el  Gato  de  Cheshire,  o


           visitar a la Morsa y el Carpintero?




                  —Eso  mismo  pensaba  el  príncipe.  —Philip  se


           inclinó  hacia  delante  con  gesto  melodramático—.


           Hasta  que  un  buen  día  realizó  un  descubrimiento


           prodigioso.




                  Julia se sentó y juntó las manos, emocionada.




                  —¡Descubrió cómo llegar a Oz!




                  —No  a  Oz,  sino  a  un  lugar  todavía  más


           maravilloso.




                  Julia volvió a tumbarse, agotada de repente por el


           esfuerzo.




                  —¡Cuánto me alegro! ¿Es ese el final?




                  Philip sacudió la cabeza.




                  —No, no lo es. Porque, ¿sabes?, en ese lugar nadie


           se parecía ni al príncipe ni a sus padres. No entendía


           a  sus  habitantes,  ni  estos  lo  entendían  a  él.  Y


           cualquiera que no compartiera su aspecto ni hablase



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