Page 42 - A La Deriva En El Mar De Las Lluvias - Varios Autores
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encendía.  Con  los  ojos  entornados  para  evitar  el


           resplandor le aparté la ropa de la cama, cuyo peso a


           veces le impedía salir por sí mismo. Nathaniel levantó


           las manos y esperó a que se las cogiera. Yo me afiancé



           y él tiró hasta quedar sentado. En la Tierra ya llevaría


           una buena temporada confinado en la cama. Si bien


           es cierto que allí su densidad ósea probablemente no


           se hubiera deteriorado tan rápidamente.




                  Con  toda  la  delicadeza  que  pude,  le empujé  las


           piernas hasta el lateral de la cama. Incluso teniendo


           en cuenta la gravedad, me volví a sentir consternada


           al notar lo poco que pesaba. Sus piernas eran como



           palitos envueltos en piel, y al subírsele el pijama había


           quedado  a  la  vista  una  pantorrilla  moteada  de


           cardenales morados.




                  En cuanto estuvo sentado en el borde de la cama


           le  di  el  andador.  Colocó  sus  temblorosas  manos


           alrededor  de  los  puños  e  intentó  incorporarse.  Se


           levantó un poco antes de volver a caer sobre la cama.


           Yo me quedé donde estaba a pesar de estar deseando


           ayudarle. Por la noche a veces le costaba más de un


           intento levantarse, pero no quería que le echara una


           mano.  No  hasta  que  resultaba  imprescindible.  E



           incluso  entonces,  seguía  sin  querer.  Yo  me


           conformaba con que me dejara ayudarle llegado ese


           punto.

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