Page 47 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—Le juré por mis esculturales nalgas que tiene
usted solo dos brazos y dos piernas, que no lanza
bendiciones por los ojos ni caga dólares de plata,
pero… ¡vaya! No me hizo caso.
Joe rio con ganas otra vez, y rio tanto y durante
tanto tiempo que cuando pudo por fin secarse las
lágrimas que le humedecían las mejillas y volver a
mantenerse más o menos erguido, se sintió
inmediatamente a gusto con Pete. Si hubo algún
momento que marcase el inicio de aquella amistad,
fue sin duda aquel.
Así fue cada vez que volvieron a reunirse durante
aquel verano, casi todos los fines de semana al
principio, y prácticamente a diario para cuando el
mes de agosto avanzaba de prisa y comenzaba a
dejar un poso de aire frío al atardecer, anunciando
que el otoño estaba llamando a la puerta.
Las reparaciones en la casa fueron, desde luego, el
motivo principal de la mayor parte de las visitas de
Herron. El hombre trabajaba despacio, pero
emprendía cualquier tarea imprimiendo el máximo
cuidado, amor y disciplina, como si en su sangre
canadiense corriese un vestigio de las viejas
enseñanzas japonesas. A menudo, Joe se sorprendía
a sí mismo espiando por encima del hombro,
embelesado sin ser realmente consciente mientras
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