Page 16 - El Jugador - Iain M. Banks
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de meseta se hubo adueñado de su organismo. El hombre

            con  el  que  se  disponía  a  enfrentarse  y  a  cuya  partida


            anterior  de  Cuatro  Colores  había  asistido  como

            espectador tenía un estilo engañoso, pero eso no impedía

            que  el  comprenderlo  y  superarlo  fuese  relativamente


            sencillo. Su forma de jugar resultaba impresionante, pero

            casi  todo  era  pura  fachada;  elegante  e  intrincada,  de

            acuerdo, pero también muy hueca y delicada y, en última


            instancia, terriblemente vulnerable. Gurgeh escuchó los

            sonidos de la fiesta, el lento chapotear de las aguas del

            lago y los ruidos que llegaban desde los edificios de la

            universidad que había en la orilla de enfrente. El recuerdo


            del estilo de su joven contrincante seguía tan claro como

            antes.

                  «Olvídalo ‐‐decidió de repente‐‐. Deja que el hechizo se

            derrumbe.»


                  Algo  se  relajó  en  su  interior.  Era  un  simple  truco

            mental, como si un miembro fantasma hubiera dejado de

            estar  tenso.  El  hechizo  ‐‐el  equivalente  cerebral  a  un


            minúsculo  y  tosco  subprograma  circular  que  podía

            mantenerse en acción indefinidamente‐‐ se derrumbó y,

            sencillamente, dejó de ser pronunciado.


                  Se quedó un rato más en la terraza contemplando el

            lago, giró sobre sí mismo y volvió a la fiesta.






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