Page 127 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—Pero... —estaba aterrorizado—. ¿Me van a cambiar?



           —Tiene visita.



           Lo  llevaron  hasta  el  final  del  corredor  Norte,  donde  se

           encontraba  con  los  otros  tres  corredores  principales  que

           formaban la gran cruz del hospital. En el centro de la cruz


           estaban  las  oficinas  administrativas,  los  talleres  de

           manutención,  los  dispensarios  y  las  instalaciones

           industriales.  Foyle  fue  metido  en  una  habitación,  tan

           oscura  como  su  celda.  Cerraron  la  puerta  tras  él.  Se  dio


           cuenta de una débil silueta brillando en la oscuridad. No

           era  más  que  el  fantasma  de  una  imagen  con  un  cuerpo

           borroso y un cráneo de calavera. Dos discos oscuros en el

           rostro de esa calavera eran o las cuencas de los ojos o las


           gafas infrarrojas.



           —Buenos días —dijo Saúl Dagenham.



           —¿Usted? —exclamó Foyle.



           —Yo.  Tenemos  cinco  minutos.  Siéntese.  Hay  una  silla

           detrás de usted.



           Foyle palpó la silla y se sentó lentamente.



           —¿Lo está pasando bien? —inquirió Dagenham.



           —¿Qué es lo que desea, Dagenham?




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