Page 148 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—¿Qué?
—Que tenemos que salir. ¿Oyes ese rugido ahí delante?
Cataratas. Rápidos. Nos harían pedazos. Salgamos, Jiz.
Ella estaba demasiado débil como para poder salir del
agua. Foyle la empujó a las rocas y la siguió. Yacieron sobre
las húmedas piedras, demasiado exhaustos para hablar. Al
fin, Foyle se puso cansadamente en pie.
—Tenemos que seguir —dijo—. Seguir el río. ¿Dispuesta?
No podía responderle; no podía protestar. La levantó y
caminaron tambaleantes a través de la oscuridad, tratando
de seguir la orilla del torrente. Las rocas por las que
caminaban eran gigantescas, alzándose como dólmenes,
amontonadas, apiladas, desparramadas formando un
laberinto. Caminaron y se deslizaron por entre ellas, y
perdieron el río.
Lo podían oír en la oscuridad; pero no podían regresar a él,
no podían ir a ninguna parte.
—Perdidos... —gruñó disgustado Foyle—. Perdidos de
nuevo. Perdidos de verdad, esta vez. ¿Qué es lo que vamos
a hacer?
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