Page 225 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—La oigo, señorita Wednesbury —dijo suavemente Foyle.



           —¿Qué es lo que ha hecho? ¿Por qué? ¿Qué es lo que quiere

           de mí? Yo...



           —Quiero que me mire.



           —Bonjour, madame. A mi saco, madame. Ecco! Míreme.

           Estoy  mirando  —dijo  Robin,  tratando  de  controlar  el

           tumulto  de  sus  pensamientos.  Miró  a  su  rostro  sin


           reconocerlo—. Es un rostro. He visto tantos como él. Los

           rostros  de  los  hombres,  ¡oh.  Dios!  Las  facciones  de  la

           masculinidad. El hombre vulgar en celo. ¿Nos salvará Dios


           de los brutales deseos?



           —Mi época de celo ya ha pasado, señorita Wednesbury.



           —Lamento  que  oyese  esto.  Naturalmente,  estoy

           aterrorizada. Yo... ¿Me conoce?



           —La conozco.



           —¿Nos  hemos  visto  antes?  —Lo  miró  con  mayor  fijeza,

           pero aún sin reconocerlo. En el interior de Foyle se produjo


           una sensación de triunfo. Si aquella mujer, entre todas las

           mujeres, no lo reconocía, entonces estaba a salvo, siempre

           que  mantuviese  controlados  su  sangre,  su  cerebro  y  su

           rostro.






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