Page 285 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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—Qué celestial entrada que ha hecho —le dijo Harry
Sherwin—Williams—. Nos ganó a todos, Fourmyle. Nos ha
hecho parecer a los demás como un puñado de inocentes
mamones.
—Se pasa usted de raya, Harry —le dijo fríamente
Presteign—. Ya sabe que no permito palabras soeces en mi
casa.
—Lo siento, Presteign. ¿Dónde está su circo ahora,
Fourmyle?
—No lo sé —dijo Foyle—. Espere un momento.
Se reunió una multitud, sonriendo anticipadamente ante la
última locura de Fourmyle. Este sacó un reloj de platino y
abrió la tapa. El rostro de un sirviente apareció en la esfera.
—Esto... usted, como se llame... ¿Dónde estamos ahora?
La respuesta fue débil y temerosa:
—Dio órdenes de que convirtiésemos a Nueva York en
nuestra residencia permanente, Fourmyle.
—¿Eh? ¿Lo hice? ¿y?
—Compramos la Catedral de San Patricio, Fourmyle.
—¿Y dónde está eso?
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