Page 180 - Mundos En El Abismo - Juan M. Aguilera
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verde, amarillo, gris o marrón, lo que


           garantizaba que a nadie se le ocurriría


           perforarlo, cortarlo o trasladarlo. O eso


           esperaba.


              De una patada, metió el saco de ropa bajo la


           litera. El otro lo dejó sobre ésta y lo abrió con



           cuidado: los libros (las Sagradas Sastras, los


           textos de Matemáticas, de Astrofísica, de


           Informática). Sus objetos de culto: varillas de


           incienso, recipientes de bronce para agua,


           aceite o soma; la túnica azafrán,  el cuenco


           simbólico de mendicante con sus adornos de


           oro, y el parasol bajo el cual debía sentarse a



           meditar.


              Finalmente, los objetos que apreciaba tanto


           como los anteriores, los diferentes artilugios


           que había diseñado y construido, con el fin de


           que          los        miembros                  de         la       Hermandad


           aprendieran a desarrollar el razonamiento: la


           regla           de         cálculo            lógica,            las        tarjetas


           silogísticas, el "órgano lógico" capaz de operar


           con la lógica difusa que había inventado. Palpó





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